Días 32, 33, 34, 35. Miércoles 18, jueves 19, viernes 20, sábado 21 de febrero de 2009/ Día 38. Martes 24 de febrero de 2009

El Sangay 5320 m y el Saguatoa 4174 m.

“El Sangay corriendo… en cuatro días”
Día 1. Desde Huarhuallas, poblado de una comunidad indígena, salí junto a Juan Tenemaza, el arriero, rumbo al Sangay. Este día fue largo.  En total siete horas hasta el campamento Plaza Pamba, donde hay unas chocitas que utilizamos para dormir y taparnos de la lluvia. Hicimos fuego, cocinamos y dormimos bien. Ese día le pude ver al Sangay en su parte final, había nieve.

Como el terreno es lodoso, decidí ir a caballo hasta el campo de la playa, desde donde se ataca la cima.

Día 2. Salimos a las 10 am rumbo a la playa. La jornada tarda ocho horas normalmente pero a paso de caballo hicimos cuatro. Para llegar a la playa hay que cruzar una serie de aristas que para atravesarlas hay que bajar montado en el caballo sobre un camino de 30 cm de ancho y de lodo resbaloso. La tensión era grande ya que el caballo se lanzaba para abajo y cualquier momento me imaginaba caído en el piso.

Finalmente, en lluvia llegamos a la famosa playa. Por fin, en este sitio, ya imaginaba que llegaría a la cima del Sangay.

Día 3. La Cumbre a 5320m.
Salimos a las 2h30 de la madrugada, esperando que el tiempo se ponga bueno porque llovió hasta las siete de la noche. Salimos rumbo a los arenales de la base del Sangay. Son 1700 metros de desnivel para llegar a la cima y normalmente se demoran de 8 a 10 horas. Subíamos a un ritmo rápido. Juan Tenemaza decidió ir conmigo. Las estrellas estaban en el cielo y todo indicaba que llegaríamos a la cima con tiempo despejado y veríamos el cráter.

A las 4h30 el viento comenzó a soplar fuerte. Juan perdió los guantes y le presté un par de repuesto. Tampoco tenía linterna buena, así que le di una que yo llevaba de repuesto. Llegó una primera erupción, que por el viento tan fuerte no la escuchamos, solo de pronto estábamos tapados de ceniza.

A las 6h30, llegamos a lo que se supone para Juan era la cima, pero yo saqué el GPS y faltaban 100 metros para ésta vorde del crráter juan no quería l, así que le dije que sigamos, él muy nervioso siguió, calculaba que cada 30 minutos habría una nueva erupción así que teníamos tiempo. Llegamos a una  arista donde se ve que hay que bajar para llegar a la subida final.

Al final llegamos. No pude sacar sino una foto porque Juan estaba muy nervioso y le temblaban las manos, la foto que me sacó en la cumbre está movida. Justo en ese momento hubo una erupción de ceniza que nos asustó mucho y salimos corriendo hacia abajo hasta  llegar a una rocas que usamos de protección. Asustados y todo pero bajamos muy contentos de la cima del Sangay. A las 11h00 estábamos nuevamente en la carpa de la playa. Habíamos hecho solo en cuatro horas y treinta minutos a la cima.

Día 4. El regreso eterno.
Decidimos regresar en un solo día hasta Huarhuallas para descansar el domingo, así que después de 10 horas a caballo (realmente cansado) logramos llegar.

Decidimos al otro día coger el camión de la leche que pasaba a las 8 am para bajar por Licto a Riobamba. Me generó un poco de estrés ya que el camión paraba cada 100 metros a recoger leche y debíamos soportar las mojadas de carnaval en cada parada, y para completar nos chocamos por el terreno lodoso que había.

Pero logré llamar a Claudia y pudo recogerme en Licto…por fin el descanso…

Saguatoa 4174 m, cumbre 29.

Se supone que esta montaña es muy fácil porque el carro llega hasta la base misma de las antenas que están en su cima, pero es una de las 35 que tienen más de 4000 y esta en la lista, por eso había que subirla.

Pero el día anterior llovió en Ambato y los caminos estaban mojados, a más de esto desde las 7h00 empezamos preguntando por el camino correcto a los indígenas de esta comunidad y nadie nos daba una correcta dirección, hasta que un señor de un tractor nos llevó a la base del camino para subir a las antenas.

Mi Gran Vitara 4×4 logró llegar hasta muy arriba, a una hora de las antenas y la cima. Salí corriendo en busca de la cima para poder descansar toda la tarde ya que mañana salgo hacia El Altar (montaña no iglesia, por si acaso). Llegué a las 10 am a la cima, me tomé la foto respectiva y bajé rápidamente al carro. La aventura estuvo más en el manejo de 4×4 por las malas indicaciones que nos dieron. Pero bueno, igualmente me la gocé.

Qué difícil es a veces encontrar información para llegar a las montañas poco visitadas.

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