Me embarco en una nueva expedición a la cordillera del Himalaya en busca de mi décimo ochomil. Me parece surrealista y a la vez milagroso, estar viviendo este viaje. Sé con certeza que solo la bendición de Dios, la ayuda divina y la apertura de la montaña permitirán que alcance la cima y regrese sano y salvo al campo base. Esta es mi expedición número 18 al Himalaya y tengo muchos sentimientos encontrados. Desde el 2018 viví seis años de sequía en este proyecto y por fin el año anterior al haber logrado el noveno ochomil fue un renacer.
DESAFÍO ACTUAL
EXPEDICIÓN HIMALAYA 14X8000 2025 PAKISTÁN
Me embarco en una nueva expedición a la cordillera del Himalaya en busca de mi décimo ochomil. Me parece surrealista y a la vez milagroso, estar viviendo este viaje. Sé con certeza que solo la bendición de Dios, la ayuda divina y la apertura de la montaña permitirán que alcance la cima y regrese sano y salvo al campo base.
Esta es mi expedición número 18 al Himalaya y tengo muchos sentimientos encontrados. Desde el 2018 viví seis años de sequía en este proyecto y por fin el año anterior al haber logrado el noveno ochomil fue un renacer.
Hoy, ir en busca del décimo, después de seguir creyendo en lo posible, es un acto de fe. He atravesado dificultades, superado obstáculos, me he caído, me he levantado, me he vuelto a caer… y me he vuelto a levantar.
Hoy parto con toda la gratitud en mi corazón hacia esta montaña en Pakistán. Quiero tener una expedición bonita, tranquila; una experiencia que vaya más allá de alcanzar una cima. Quiero compartir con ustedes el proceso: la ayuda, la entrega, la fortaleza, el esfuerzo que requiere una verdadera expedición a un ochomil.
Ayer, mientras empacaba, viví algo curioso. Para poder poner las prótesis dentro de las botas de alta montaña, tengo que ponérmelas primero, luego el botín interno y finalmente la carcasa. Me sentía como Pulgarcito con zapatos gigantes. Me parecía imposible dar un paso. Me preguntaba: “¿Cómo voy a poder subir una montaña de 8.000 metros si aquí, a 2.800 metros, apenas puedo caminar con estas botas?”
Y en ese instante me dije: ya es suficiente con llegar a la montaña e intentarlo. Porque yo, que debería estar en una silla de ruedas, he alcanzado ya nueve cumbres de 8.000 metros. La gratitud que siento es inmensa, tan grande que no tengo palabras suficientes para expresarla.
Les comparto esta experiencia tan íntima y personal porque creo que es una analogía de la vida. Muchas veces nos embarcamos en proyectos que parecen imposibles. Incluso habiendo logrado antes retos de la misma magnitud, las dudas regresan. Pero la única diferencia entre conseguirlo o no, es recordar que Dios, la Divinidad, nos ayuda y nos permite alcanzar nuestros sueños cuando están al servicio de un propósito.
Mi propósito es poder acercar a las personas a esta búsqueda de sentido, de transformación, de mejora constante. Que no permitamos que el ego nos llene de pensamientos y creencias negativas. Que aprendamos a ver más allá de lo material o del logro visible. Que entendamos que hay una fuerza invisible, pero muy real, que nos acompaña.
He vivido momentos maravillosos en la montaña, pero detrás de cada foto en la cumbre hay una historia inmensa. Un camino que nadie ve. Y ahora salgo rumbo a Pakistán a buscar mi décimo ochomil sin oxígeno suplementario, Dios mediante.
Gracias a todos por su apoyo. Y especialmente a las empresas y marcas que creen en este proyecto:
- Analgán Rapid
- BGR Banco General Rumiñahui – Firmes contigo
- Salud Vitality, que promueve un estilo de vida saludable
- Kailas, made to climb – Equipos de montaña de primerísima calidad
A mi esposa, quien ha sido parte de mis entrenamientos, mi guía espiritual, mi motivación y quien comparte todo este proyecto de vida desde el inicio conmigo.
A mis padres, que otro año más me han apoyado en todo: emocional, moral y económicamente.
A mis aliados como Gafas de montaña Salice, la comida de altura de Andes Natural Meals, el agua Iridium Blue.
Para llegar a la montaña desde Ecuador son 13 días de viaje, 130 km de caminata. Tenemos un plan para aclimatar previamente, ya que hoy en día las expediciones son relámpago: la mayoría llega aclimatada y sube con oxígeno. Yo llegaré antes, para hacerlo sin ese recurso.
Me voy con la gran ilusión de poder mostrar esta historia. De mostrar cómo es escalar un ochomil sin tener la mitad de los pies. Cómo puedes solucionar problemas. Cómo puedes encontrar las herramientas necesarias para no dejarte vencer.
Eso es lo que quiero compartir: las herramientas que me han ayudado en los momentos más críticos. Como lo de las botas. Es solo una de las muchas dificultades. En la montaña, hay muchas más. Y si no contamos con esa fuerza espiritual, por más buena condición física o equipo de calidad que tengamos, no es posible superar ciertos límites.
Mi propósito es acercarte a esta transformación. A ese crecimiento interior. A esa certeza de que no estamos solos, de que no estamos desamparados. Que no se trata del ego, sino de aprender el amor incondicional.
Les mando un fuerte abrazo. Gracias por acompañarme en esta aventura.
Nos vemos allá, en la cima del alma.
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