Jueves  16 de septiembre de 2010, mis queridos amigos…

Mi querido Ecuador,
Les cuento que mi internet aún sigue sin funcionar, no por eso dejo de escribir mis diarios los cuales le dicto a Claudia por teléfono.

Estoy muy contento porque para mí la sorpresa de haberme reencontrado con mis amigos españoles desde el 2007 en el Broad Peak, ha sido muy amena y tenemos el sueño de compartir la cima del Cho oyu juntos.

Por eso, hemos decidido ir juntos y empezaremos mañana, vamos a dormir en el campo base avanzado. Este campo base es uno de los más altos de las montañas de ocho mil metros, está a 5750 metros de altura.

Ahora la vida pasa entre comer, beber mucha agua para estar bien hidratados, dormir, jugar cartas, escribir, hacer pequeñas caminatas, reírnos y compartir experiencias con los compañeros. Personalmente, oírles a mis compañeros hablar de tantos sitios en el mundo a los que viajan cada año, me da a entender que la vida y la visión del mundo son muy diferentes para los europeos que para nosotros en Ecuador.

Ahora estoy dentro de la tienda escribiendo estas letras y pensando bastante en todas las personas que tienen la ilusión y que viven a través de este servidor, la aventura por subir las montañas más altas del mundo, sin oxígeno y sin la mitad de los pies (ya que los perdí en el 2002). Pero este no ha sido un obstáculo para limitarme a dejar de soñar. Al contrario, fue el motor que me conectó con Dios y con la humildad para agradecer por subir estas enormes montañas del Himalaya.

No quiero ser yo, Santiago Quintero el que se lleva el crédito, sino más bien, mi interés personal es extender mi experiencia de vida que va atada a estos viajes a todas las demás personas.

Ahora la meta es subir a la cima del Cho oyu a 8201 metros de altura. Para esto hay que vivir un período en la altura, dormir en los diferentes campamentos que me toca montarlos a mí cargando todo lo necesario a mis espaldas para aclimatarme.

Todavía nos queda un mes en esta montaña y me estoy tomando las cosas con mucha calma, disfrutando cada lugar y cada momento, aunque les confieso que la mente a veces se dispara a la cima.

Creo que ha sido un acierto el haber decidido venir acá, pienso que la búsqueda de respuestas en este camino interior que para mí representa subir estas montañas, llega como este nuevo regalo que es subir esta montaña hermosa a la cual le llaman la “Diosa Turquesa”.

Me despido desde el campo base Chino.

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