Martes 28 de septiembre de 2010
Queridos amigos del Ecuador y del mundo, el 26 salí desde el campo base, con la intención de lograr subir al campo 2 a 7200 metros, instalarlo y dejar todo mi equipo para el ataque a la cima y pasar una noche aclimatando a esa altura.
Les cuento como fue esta aventura:
A las 4h30 de la mañana el cocinero de la expedición me tenía un desayuno reforzado para la jornada que me esperaba. Desayuné y a las 5h10 salí rumbo al campo 1 a 6400 m. La linterna y la ayuda de la luna llena me guiaban por la gran morrena camino a mi destino. Después de dos horas 40 minutos llegué al campo 1 y Pablo Reguera, un guía argentino, me recibió en su tienda con un mate.
Mi idea era alistar mi mochila con todo el equipo de pluma más la tienda, el saco de dormir, gas comida, y toda la ilusión para llegar al campo 2. A las 9 de la mañana terminé de empacar la mochila. Era un armario enorme que pesaba 25 kilos, sabía que iba a ser duro llegar hasta los 7200 metros con ese peso, pero arriba de la montaña el viento soplaba muy duro y las distintas expediciones no querían salir para arriba.
Yo sabía que la velocidad del viento era de 40 km por hora y que antes me había enfrentado a ese viento en otros ocho miles y por tanto si lo soportaría.
Empecé mi ascenso decidido a llegar al campo 2. La ventisca soplaba y en momentos me hacía perder el equilibrio. Después de dos horas llegué al serac, el cual es un muro de 60 metros que hay que escalar con ayuda de las cuerdas fijas. En este lugar, en días anteriores, las distintas avalanchas de placa que habían caído hicieron desistir a algunos grupos de atacar la cima por la peligrosidad del terreno, ya que 11 días seguidos no paró de nevar en esta hermosa montaña. Al pasar el serac todo el terreno se aplana como un campo de futbol que alienta a continuar después de tal esfuerzo.
Descansé para tomar fuerzas. Bebí algo de liquido y decidido a llegar al campo 2 comencé a subir. No miré el reloj ni la altura, ya que si ves que no avanzas mucho, mentalmente te acabas y ya sabía que faltaba menos de la mitad, pero la pendiente se veía pronunciada y el camino largo.
Al finalizar las rampas de nieve pensé que vería el campo 2 convencido de la cercanía de este punto. En este camino hasta este lugar me encontré con un conocido, ahora amigo, un sevillano llamado Toni, quien me invito a dormir en su tienda ya que montar la mía solo y en estas condiciones de viento era muy difícil. Con la esperanza de ver el campo 2 seguí con un dolor de hombros intenso, además de que la altura ya se siente, me senté, bebí algo de té, tomé un par de fotos y aún con ganas de desvanecerme por el esfuerzo, comencé a caminar.
Después de nueve horas de esfuerzo llegué al campo 2. Arreglé la tienda de Toni, la limpie de toda la nieve que tenía dentro, acomodé mis cosas y me puse a derretir nieve. Increíble, había logrado llegar al campo 2 desde el campo base. Lo conseguí y el sentimiento del trabajo bien hecho inundaba todo mi ser con una peculiar sensación de calor que aliviaba el frio intenso.
Llegó la noche. Cenamos con Toni, espagueti con queso e intentamos dormir a esa altura. La noche fue muy incómoda.
Llegó la mañana, esperamos a que salga el sol para bajar. La puesta de las botas para mí como siempre es un trabajo más que duro, a mis pies helados de frio les tomó una hora calentarse y el miedo al congelamiento está presente. Bajamos al campo base a la hora del almuerzo. Al llegar mis compañeros me indican que acaban de recibir la mala noticia de que los sherpas de la expediciones comerciales han caído 400 metros arrastrados por una avalancha de placa, que no murió ninguno pero que están heridos.
En ese momento me doy cuenta que Nurbu Sherpa, mi buen amigo a quien conocí en el Annapurna, esta en este grupo. Mi corazón se acelera en una sensación de desesperanza total. La montaña se pone inescalable justo cuando pensaba hacer mi ataque personal el día 2 de octubre, era el día de cima para Ecuador. Ahora hay que esperar que se transforme todo. Ese manto de nieve desde los 7400 m a los 8200 m.
Estos días son de frio y viento de 40 km por hora. Ojala con estas condiciones de frio el sol gane al viento y el calor logré endurecer esta capa y placa de nieve que ya es la segunda vez que se rompe y arrastra a grupos que están fijando la parte llamada las bandas amarrillas.
Ahora hay en mí una sensación de tristeza por todo lo que se está viviendo en esta montaña. Casi todos los grupos se van para casa y yo me quedo hasta el 14 de octubre esperando me regale Dios y el CHO OYU una oportunidad para hacer cima. Otras 5 personas también se quedan. Desde ahora hasta el 5 de octubre esta bueno el clima gracias a los informes meteorológicos de mi amigo Vítor Bahía, quien ayuda mucho con esta información.
Alberto y José se bajaron por un problema médico de Alberto. Les mando un saludo desde el campo base esperando se mejore.
Ya nos reunimos con los que se quedan y creo que intentaremos atacar cima el 4 o 5 de octubre. Veamos qué pasa. Mi gran lección con esta montaña es que NADA ESTA ESCRITO.
Me despido no sin antes mencionar y agradecer de todo corazón a todos los medios de comunicación que siempre me apoyan, a mi familia, a mis padres, amigos, seguidores, a mis auspiciantes Salud S.A., Chevrolet, Coca Cola viviendo positivamente y el Ministerio de Deportes, y por sobre todo a Dios por permitirme lograr estos sueños que se hagan realidad.
A todos los que siguen esta aventura ya sin nada más que mi FE para subir al Cho oyu.