Jueves 14 de octubre de 2010
Segundo intento de cima:

Teníamos un solo día para subir a la cima, el día 14, con vientos de 40 km por hora, y esto nos dejaba una única opción, salir igual que la vez anterior a las 2 am, un par de horas más tarde de lo que se debería.
Esta vez, la única persona que quiso intentarlo además de mi persona era una italiana llamada Tamara. Los demás se regresaron desde el campo 1 al base.
Ya una vez estando en el campo dos, nos levantamos a las doce (media noche), nos preparamos, hicimos algo de comer y a las 2 de la mañana salimos rumbo a la cima.
Las ráfagas de viento eran intensas y muy frías. A la hora y media de ascenso, Tamara decide darse la vuelta y regresar porque estaba muy fuerte para ella el frio y el viento. Yo decidí continuar otra vez mi ascensión en solitario. Con esta era la segunda vez que lo intentaba.

El avance por todas las rampas hasta el campo 3 y las bandas amarillas fue muy lento. Me encontraba cansado, ya no tenía las fuerzas de la primera vez. Y justo cuando pasé las bandas amarillas el clima cambió, se dañó del todo, se nubló y comenzó a nevar un poco. Sin embargo esperé como media hora, a ver si se despejaba y efectivamente eso se dio y seguí mi ascenso. Parecía una locomotora jadeante por las rampas nevadas en busca del plató cimero.

Me prometí a mi mismo darme la vuelta a las tres de la tarde. Sé que esta vez mi avance fue lento y el frío intenso lo hacía más lento. A las tres de la tarde me encontraba en la base del plató cimero, a más de 8100 metros. Sabía que no tendría luz suficiente para ir a la cumbre y bajar. Estaba en mi hora límite y solo, y me pregunté ¿qué quiero hacer?, la respuesta fue clara: volver sano y salvo a casa, saludar a los míos y seguir escalando, así que en ese momento decidí darme la vuelta.

Ahora me encuentro en el campo 2 de vuelta. Me quedaré esta noche acá pues ya no tengo tiempo de bajar hasta el base, lo haré mañana.

Me siento cansado pero aún así me di los ánimos para llamar a Claudia y contarle los hechos. Al escuchar su voz me puse a llorar. Este es el momento clave donde salen mis emociones a flote. La Clau me dijo que se siente orgullosa de mi (creo que hacemos un buen equipo pues siempre está ahí para suavizarme el camino). Me desahogué con mi llanto, que esta vez no era ni frustración ni nada por el estilo, era algo muy parecido a la felicidad pero a 7200 metros de altura. Sin exaltaciones ni bajones, solo un llanto que limpiaba mi alma y me hacía reconocer como ser humano ligado a este mundo maravilloso, a estas montañas sagradas. Un llanto donde se limpia todo lo entregado y se vuelve a recargar las energías. Un llanto de entrega. Me siento muy realizado.

Ahora voy a dormir, soñaré con todo lo vivido. Todavía me queda una jornada fuerte de descenso, además porque debo cargar todo mi equipo del campo 2 y del campo 1 hasta el base. Tengo muchas cosas que contar, a veces las palabras son cortas. Espero en los próximos días desde mi viaje de regreso, contarles que todo acabó bien y enviarles las fotos y mas experiencias de mi ascenso al Cho oyu.

Les quiero mucho y créanme que mi corazón está muy agradecido por la generosidad de la vida. Y llevo en mi corazón a todo un país llamado Ecuador, a mis auspiciantes que se han puesto la camiseta conmigo, Salud SA, Chevrolet, Coca Cola viviendo positivamente y Ministerio de Deportes, a mucha gente que sé siempre está enviando buenas vibras y energías en estas expediciones Síganlas enviando, pues aún tengo que bajar.
Hasta mañana,
Sank2

Una pequeña reflexión del fondo de mi corazón.
Por Claudia Echeverri

Me he tomado el permiso para escribirles algo de tantas cosas que he vivido desde mi “soledad” en Quito. Creo que yo también necesito escribir, sobre todo por honrar a todo un país y a un montón de gente que sigue a Santiago desde el exterior, lo cual me asombra muchísimo. Es un regalo del cielo tener tanta gente que lo quieran y admiren de esta manera.

Veo como hemos ido madurando Santiago y yo, claro que nos ha costado, pero juntos ha sido un camino hermoso. Y en este camino, por fin asimilé en mi alma, no solo en la teoría, que los seres humanos no somos lo que poseemos, ni somos nuestros logros, somos mucho más que eso. Y estas expediciones y proyectos que Santiago siempre se plantea nos dan la oportunidad tanto a él como a mí, de poder crear algo mucho mejor en nuestra vidas.

Agradecer desde el fondo de mi corazón es lo que puedo hacer por ahora. Ya Dios me dará la oportunidad de retribuir todo lo recibido.

Antes yo necesitaba y buscaba incansablemente cambiar todo afuera, demostrar que todo está bien. Ahora no importa la situación que se viva, mi alma está en paz y feliz. Y esto es lindísimo. Y por eso hago un tributo a todos aquellos que siempre nos han apoyado. Toda la gente bella que le escribe a Santiago, la gente que en la calle me pregunta cómo le va y le mandan su bendición. A todas esas llamadas que recibo de ánimo y contándome experiencias de cómo el ejemplo de Santiago ha ido transformando sus vidas. A Juan S., porque es el ejemplo vivo del amor puro de amigos, veo cómo se quieren sin necesidad de pedirse nada uno del otro y son un ejemplo para mí. A mi querido Jaime, qué haría yo sin ti, nos has hecho crecer, creer, vencer, seguir adelante, cambiantes con Fe, dando lo mejor de nosotros y lo que más admiro de ti, que siempre estás ahí, para las buenas y malas, a la hora que sea, desde el lugar que sea.

A toditos, toditos los medios de comunicación, los quiero mucho, de verdad, he llegado a quererlos por su incondicional apoyo.
Gracias Dios por ser el verdadero héroe de nuestras vidas.

Clau

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