Sentimientos rumbo al Karakorum

Ahora estoy en  una nueva etapa, en rumbo a otra montaña de mis tantos sueños. Hoy comienza una nueva aventura. Ha sido tan rápido, tan deprisa todo, el conseguir el dinero, comprar los pasajes, conseguir la visa en otro país, comprar la comida, arreglar que retiren el cargo aéreo, hacer las maletas, entrenar, además de curar una pequeña herida que tenía en mi pie, hacer las entrevistas y muchas pero muchas cosas más, que requiere la organización de estas aventuras al fin del mundo, que se dan gracias a un grupo de gente que creen en el proyecto de los 14×8000 pero sobre todo gracias a la manifestación divina.

Ahora, desde Islamabad, les mando un pequeño mensaje de ánimo para sus vidas ya que quiero contarles que una semana antes de irme al Karakorum, rumbo al G2, me senté a meditar si debía cancelar esta expedición por una herida que no cicatrizaba en el pie y que además se infectó. Permanentemente me dolía mucho el pie, hasta el punto en que cojeaba al caminar y las ganas de abandonar todo se presentaban una y otra vez. Pero existe algo más fuerte, que lo llaman Fe en Dios y la fuerza del amor, así, llegué al consultorio del Doctor Concha, quien me dio el visto bueno para hacer el viaje. Y como por arte de magia me encontré en Guayaquil con un primo que me regaló un medicamento de gel natural  que está cicatrizando rápidamente la herida en el pie. Al segundo día de ponerme este medicamento supe que soy un ser vulnerable, eso no es malo, pero me da la certeza de que si escalo los ocho miles con la intención  humilde, llegan los resultados, pero si la intención es el ego o un interés propio, se bloquean estos procesos.  Es ésta la lección de mi vida, que llevo para crecer permanentemente y que no necesariamente hay que subir montañas para darse cuenta que existe un camino llamado despertar espiritual.

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