Todo es por algo
Amigos queridos, les escribo desde el campo base, hoy 17 de julio, después de haber llegado de un primer ataque a cima que nació de esta manera:
Llegamos cargados al campo 2 a 6400 metros, planeando fijar las cuerdas y lograr llegar al campo 3 a 7000 metros de altura.
Al ver el desastre que era nuestro campo 2 por estar enterrado con un metro de nieve, nos dijimos que era imposible lograr alcanzar el campo tres con esa cantidad de nieve.
Jampi me propuso que yo tratara de abrir la huella unos diez metros. Después de un merecido descanso comencé a subir sin mochila por las pendientes hacia el campo 2 alto. Después de 40 minutos de trabajo estaba abajo del campo alto y al bajar, los dos suizos y sus dos porteadores de altura me agradecieron el trabajo hecho para ellos y comenzaron a subir hacia sus tiendas. Después de este trabajo quedamos en comenzar el ascenso hacia el campo 3 a las cinco de la mañana.
Sonó el despertador y a las 5h30 comenzamos a subir. Los suizos no habían salido, estaban esperando que alguien adelante el trabajo.
Esta vez, de nuevo yo, motivado por alcanzar el campo 3, abrí la huella hasta esta cuerda, después la gente se fue animando y un canadiense, llegó hasta las cuerdas 150 metros más arriba que había fijado el equipo Polaco. Así que desde este punto los suizos comenzaron a abrir la huella, hasta fijar 100 metros más. Después el porteador de los suizos puso 100 metros más. De nuevo yo, 100 metros más. Luego el porteador y luego yo, hasta que juntos alcanzamos las pendientes del campo 3. El grupo de 25 montañistas felices por el trabajo y de la ardua jornada, todos me agradecieron por esto.
Montamos la tienda y la hora de salida hacia cima era a la 1 de la madrugada. Preparamos agua. El tang de naranja se nos había olvidado y me tomé dos litros de té, que a las 10 de la noche, terminé vomitando medio litro, y a haciendo de tripas corazón, aguante las arcadas y luchando y luchando me logré componer.
Salimos a las 12:40 exactamente hacia la cima. El camino es largo hacia el campo 4. De nuevo, ahora con Jampi, abriendo la huella hasta el campo 4, y al llegar y ver lo que nos faltaba y en las condiciones de la nieve que había, iba a ser imposible lograrlo sin la ayuda de todos. Así que de las 25 personas que estábamos, 15 colaboraron con la idea de hacer 20 pasos cada uno para ir avanzando hacia el collado. Así fuimos avanzado. Las horas pasaban y a las 9 de la mañana sorprendentemente temprano para mi gusto, logramos llegar al collado, después de pasar en la travesía unas placas de viento que si se venían abajo, por suerte dios nos ayudó una vez más en esta tarea de subir ocho miles, y la vida nos regaló un problema más que resolver. Nuestro parte meteorológico, era bueno hasta la 1 de la tarde lo que nos dejaba con cuatro horas por delante, suficiente para subir a la cima y poder bajar con nubes y el viento de 25 km por hora. Pero al llegar al collado, el viento era fuertísimo. Trece personas se dieron la vuelta y doce nos aventuramos hacia la cima, luchando contra las ráfagas, abriendo la huella, y en total neblina y nada de visibilidad, subíamos hacia un punto llamado cima que era totalmente desconocido, irreal en estas condiciones y tremendamente peligroso de bajar sin la huella que se podía borrar y complicar un descenso que para mí se podía convertir en tragedia. Así llegamos a 7900 metros, en donde la gente se paró a esperar de nuevo que alguien se anime a subir la última rampa hasta la arista de la cima. En eso, los suizos me gritaron que se bajan, que estaba muy peligroso, cuando en más de una vez, les suplicamos que nos ayuden, ya que había 10 personas que no quisieron abrir la huella.
En este momento me dije a mi mismo, estoy en una situación incierta de bajar de la cima o no y esto para mí a casi 8000 metros es muy peligroso y por eso, decidí darme la vuelta. Fuimos siete que tomamos esta decisión y cinco siguieron por esta última rampa, hacia la cima. Al bajar los primeros 15 pasos, me voz interior me dijo que me dé la vuelta y suba a la cima, pero no lo hice y bajé, casi perdiendo el camino, convencido que el trabajo hecho por mí, había sido como el de un equipo de futbol, pero esta vez, el gol no lo había hecho yo.
Llegué al campo 3. Mi porteador estaba dormido y yo agotado, pero feliz de lo hecho…
A las 4 o 5 de la tarde llegó Jampi, contando que habían logrado la cima. Me alegre mucho por ellos y a la vez me dio mucha pena por no haber seguido hacia arriba, pero sé que este riesgo de subir en condiciones de peligro inminente, de perderse por lograr la cima de un 8000 son demasiado costosas para mí y ya tomé hace 10 años, decisiones equivocadas y perdí la mitad de los pies. En estas montañas está claro que si no te sabes dar la vuelta te mueres, y en las condiciones que subíamos, eran unas condiciones demasiado peligrosas.
Al día siguiente, al despertarme a las 5 de la mañana y planear bajar a las 6 hacia el campo base, oí un grito de auxilio de un compañero canadiense, se me acerca y me dice “Santiago, Mermeri mi amigo, está con edema cerebral hay que ayudar a bajarlo, por favor ayúdame”. En ese momento sabía que todo había cambiado a 7000 metros. Teníamos a un montañista con edema cerebral, al acercarme a la tienda y verlo totalmente como borracho y perdido, me quedé helado. El chico que me pedía auxilio me dice que no logró comunicarse con el campo base. Entonces le pregunto si tiene teléfono satelital y me dice que no. Saco el mío y le pido el numero de Gerfried, el líder del grupo en el que estaba para que se organice un grupo de rescate desde el campo base hasta el campo 1 o 2, y suban oxígeno, pero no tenía el numero. Entonces pregunta quien está dispuesto a bajar hasta el campo 1 casi corriendo a pedir ayuda, y le digo que yo lo puedo hacer, que me siento fuerte. Para esto la tragedia no era completa, mi porteador Asis, estaba agotado y con hipoxia al límite, y otro porteador estaba con ceguera de montaña con las retinas quemadas.
Uff! eran tres enfermos que había que bajar. Mi misión, buscar ayuda lo antes posible. Tomé mis cosas y sin mochila me fui para abajo, corriendo literalmente, en 40 minutos estaba en el campo 2 y ya había rebasado a dos austriacos que bajaban, y me encontré con dos polacos que subían hacia el campo tres y que al contarles y pedirles ayuda, me dijeron que sí ayudarían pero no hicieron nada. Al llegar al campo 2 me encuentro con los suizos quienes tenían al porteador más fuerte, se llama Nisar. Les propongo que sus porteadores suban a ayudar a bajar a las personas enfermas, pero me dicen que no, que ellos van a bajar hasta el campo 1, que están cansados. Les pido el número de Gerfried y comienzo a llamarlo cada minuto con la respuesta de que el teléfono está apagado. Comienzo a hablar con los suizos quienes me dicen que en el campo 1 hay oxígeno y que ellos buscaran la manera de buscar quien lo suba, hasta el campo 2.
Bajamos juntos con los suizos y en 1 hora 20 minutos estábamos en el campo 1. Yo gritaba a ver quien estaba en las tiendas, y comencé a buscar el oxígeno. Lo encontré. Después de unos minutos a las 8:45 mas o menos, volví a intentar contactar con Gerfried, quien me contesta sorprendido de mi llamada, a la cual respondo contando la tragedia que estábamos viviendo, con tres personas incapaces de bajar. El me pide que busque la máscara de oxígeno y que suba los tanques hasta el campo 2, le digo que la máscara puedo buscarla pero que me es imposible subir al campo 2 por mi cansancio físico. Para esto se me olvida que en el campo 1 y 1/2 estaban nuestros compañeros franceses quienes subían hasta el campo 2 para aclimatar.
Después de esperar hasta las 9:30 y no encontrar la bendita máscara de oxigeno que Gerfried nos decía que estaba en la tienda de los japoneses, sentados, vemos a una persona que bajaba del campo 2 del G1 (la montaña que está al lado) y como un milagro, era el japonés. Al llegar le preguntamos que si sabe dónde está la máscara y nos dice que sí, que en la funda negra y no sé cómo, la saca milagrosamente, de un rincón. Bueno ya había máscara, tres botellas de oxígeno al 60 % pero no había quien las suban. Personalmente, pensé en hacerlo, pero sabía que mi desgaste sería extremo y ya no serían tres para bajar sino cuatro.
Así que entre llamadas vienen y van del campo base y entre los suizos y Gerfried, se baraja la posibilidad de que Nisar suba las botellas de oxigeno a cambio de unos dólares. El y ellos aceptan. Ya había quien suba el oxígeno, solamente teníamos que esperar que Nisar llegue al campo 1.
Mientras tanto, hicimos agua, comimos, nos hidratamos y esperábamos, hasta que por fin aparecieron los dos porteadores, cargados como mulas.
Después de prometer una paga, ellos decidieron salir para arriba de nuevo. Increíblemente el oxigeno estaba subiendo, y ya desde el campo base, salía un equipo de recate para bajar al enfermo.
Los otros dos montañistas con problemas era una incógnita que pasaba con ellos.
Bueno para terminar la historia, mi porteador Asis, no sé cómo, llegó al campo base agotado al extremo. Nadie pudo ayudarlo a bajar o acompañarlo, pero logró bajar sano y salvo. El otro porter, bajó igual solo, con la visión al 5%.
El equipo de franceses al mando de Pascal, una excelente persona, el de los austriacos y el de los canadienses, lograron bajar hasta el campo 1 y 1/2 al montañista con edema cerebral, en donde le lograron administrar oxígeno, luego de un descenso de 14 horas en el cual se sumó mucho trabajo, esfuerzo y ganas.
El 15 de julio, después de acostarnos a las 12 de la noche, se logró bajar con vida a una persona que moría en el campo 3 del G2, y gracias al trabajo en equipo y a la solidaridad de todos está vivo.
Al siguiente día cuando yo bajaba del campo 1 con Asis hacia por fin el campo base, me encontré con Gerfried. Al verme se sacó las gafas y me abrazo con lágrimas de gratitud.
Tal vez faltaron 100 metros para lograr la cima, pero si lograba la cima, tal vez no se daban las condiciones para bajar en dos horas al campo 1 y ese oxígeno no hubiera llegado a tiempo para salvar la vida de este ser humano.
Todavía quedan días. Ahora esperamos para finales de ésta semana hacer otro intento para la cima de esta hermosa montaña, el G2, la cual ha costado muelas y ha sido la más difícil, a excepto del K2, claro está.