Dushambé, 24 de agosto del 2021

Hola amigos del Ecuador y del mundo, les escribo desde Dushambé capital de Tayikistán, una ciudad a 900 metros de altura, de clima caliente ahora en verano.

Les cuento un poquito de este país antes de entrar en la aventura en las montañas.

Tayikistán es un país de Asia central, cuenta con una población de 9 millones de habitantes y una superficie de 144100 km cuadrados, limita con Afganistán al sur, Uzbekistán al oeste, Kirguistán al norte y China al este, Pakistán se encuentra al sur separado por el corredor de Wakhan. Su Idioma oficial es el Tayiko.

Es independiente de la Unión Soviética desde el 9 de septiembre de 1991.

Las montañas cubren más del 90% del país.

Su economía depende de las remesas, el aluminio y el algodón, el 20% de los habitantes viven con 1,25 dólar al día.

Ahora les cuento mi experiencia en éstas hermosas y gigantescas montañas.

Los acontecimientos de los últimos 14 días han marcado significativamente mi vida y también me han enseñado lecciones personales y aprendizajes con valores que pensé que se habían perdido en el actual montañismo.

Llegué al campo basé el 3 de agosto por vuelo de helicóptero que es la única forma de subir hasta el campo base de estas enormes montañas de más de 7000 metros.

Los helicópteros son antiguos de 45 años y son de uso militar, las compañías de turismo los rentan para ofrecer servicio de transporte a los montañistas.

Volar este enorme cacharro es un desafío ya que no está diseñado para la altura y ha habido muchos accidentes por este problema.

Para alcanzar el campo base volamos una hora y media a través de las montañas, con un sonido estruendoso todo el viaje, pero con la buena noticia que el capitán de la nave era el mejor piloto de estos helicópteros del país y así fue que llegamos al campo base, sin novedad aterrizamos y bajamos nuestras cargas.

El campo base se encuentra a 4300 metros de altura y cuenta con un hotel con calefacción, duchas con agua caliente, camas literas, baños y servicio de cocina. Muy bien montado y con muy buenas instalaciones nuevas.

Después de 3 días, el 6 de agosto junto a un grupo de 7 iraníes y tres porters de altura, salimos del campo base rumbo al campo uno a 5300 metros. Mil metros más arriba, para llegar se atraviesa una morrena incómoda por 2 horas hasta la entrada del glaciar plano que se cruza en dirección a la montaña, siempre frente a unos enormes seracs que amenazantes pueden romper y producir una avalancha.

Después se atraviesa hacia la derecha debajo de un embudo de terror, por donde los restos de una enorme avalancha nos enseñaban lo peligroso de este lugar, hasta que cruzamos y alcanzamos la seguridad de un espolón rocoso que se corona para llegar al campo uno.

Fue una jornada dura de cinco horas cargado con 15 kilos de peso en la espalda.

En el lugar plantamos las tiendas en terrazas de tierra y después el ritual de derretir nieve y cocinar algo para el estómago hambriento.

Al otro día, el 7 de agosto, nos pusimos en marcha para fijar las cuerdas en la parte alta de camino al campo 2. Fijar las cuerdas consiste en que un montañista sube asegurado por otro 50 o 100 metros hasta el final de la cuerda que tiene que anclar en la montaña para que quede fijada al terreno y así poder subir por ella los otros compañeros que están detrás. Es un proceso largo y se avanza lento buscando la ruta más segura para subir. Esta montaña no había tenido cumbres en los últimos 4 años y el terreno era incierto.

Trabajamos 9 horas, fijamos 600 metros de cuerda y alcanzamos el paso clave del camino al campo 2, felices nos bajamos al campo base.

Al otro día había que subir por las cuerdas hasta el campo 2, amaneció muy bueno el clima, salimos temprano a las 7 am rumbo al campo 2 a 5900 metros.

Me sentía débil y cansado, al subir notaba que no estaba igual que siempre fuerte y con energía, menos a esa altura, pero seguía avanzando motivado por mis compañeros.

En la tarde alcanzamos el campo 2, planté mi tienda con ayuda de un colega de Irán y me dispuse a dormir, solo comí una sopa y algo más y me acosté. En la noche noté que tocía constantemente, pero no era la tos de edema pulmonar, así que pensé qu eal otro día se me pasaría.

Mi porteador me había dejado botado en el campo 2 con todas mis cosas, 25 kilos de peso y en la mañana salíamos al campo 2 bajo el pico Dushambé a 7000 metros de altura.

Amaneció y noté que estaba con esa tos, así que me hice el test del edema, empujando aire desde mi estómago por la boca para observar si hay sonido de burbujas y efectivamente había un leve sonido de burbujas, no escupía sangre ni nada, pero si me asusté e inmediatamente le comunique a Ali el líder del equipo que estaba enfermo y que quizás me bajaba.

Dentro de mi estaba esa voz mental que me decía vamos al campo 3 a ver si mejoro, pero sabía que mejorar más arriba era en imposible y después de darle vueltas a la cabeza de tanto pensar, recogí mis cosas y comencé a bajar, estaba muy triste, frustrado y no entendía por qué me había enfermado si venía hace unos pocos días del Lenin super aclimatado y listo para esta montaña.

Después de cuatro horas llegué al campo base cansado y expectante de saber qué tenía realmente.

En el campo base hay un médico que está encargado de dar servicio médico a los alpinistas.

Mi diagnóstico fue bronquitis. Los cinco días siguientes la pasé muy mal, en cama y con ayuda de un respirador de aire, con dolor en el pecho, fiebre y mucho malestar, solo el ir al baño a 20 metros caminando me costaba y sentía que me ahogaba. Estuve medicado con suero y en cama.

Han sido los cinco días más horribles que recuerdo en un campo base. Finalmente el 11 lde agosto, los Iranies alcanzaron la cima y el 12 esperábamos su descenso al campo uno o 2 como mínimo, pero no fue así. El 12 el viento se incrementó y ellos estaban en la parte alta a 7000 metros en la montaña bloqueados sin poder bajar.

Inmediatamente se organizó una operación de rescate con tres vascos y un ruso para ir hasta abajo del pico Dushambé a 6200 metros y poderles llevar gas, comida y medicinas.

Uno a uno iban bajando los Iranies, demoraron muchos días, pero en lo alto de la montaña 3 de ellos, las dos chicas y Alí se quedaban sin dar respuesta, el clima era muy malo y se acumulaba nieve día a día. También había dos rusos, uno de ellos el legendario alpinista Sergei Penzov de la cara Oeste del k2 2007. Así pasaban los días y en el campo base se vivía un drama por Ali y su esposa, porque no daban señales de vida y no había cómo llegar hasta donde estaban ellos. Con lágrimas en los ojos, personalmente pensé que Alí y su mujer se quedarían en la montaña dormidos dentro de su tienda. Cada día con un telescopio veíamos como no había ningún movimiento.

Había 5 alpinistas con congelaciones que debían bajar lo antes posible para ser evacuados a sus países y hospitales, pero no bajaban, finalmente bajo Sergei, Marian y el otro alpinista ruso, todos ellos con congelaciones y Ali y su esposa arriba en lo alto a 6500 metros.

Identificamos una carpa que seguramente era de Ali, él había bajado desde el pico Dushambé para ponerse a 6500 y aguantar el mal tiempo menos expuesto, sin gas ni comida, era muy difícil que pudiera bajar.

El 18 de agosto después de muchos eventos y siete días con gente arriba y en malas condiciones hubo un milagroso descenso ayudado por dos guías rusos que también alcanzaron la cima y se quedaron a ayudar más Badín, quien era el jefe del campo base y subió a ayudar y se quedó hasta el final para bajar a todos, más los tres vascos, el doctor, los porters y a todos los que estuvimos dando un granito de arena desde campo base para que esta historia llegue a un final más feliz que triste.

Alí por fin llegó al campo base . Yo describo su descenso como milagroso y de una enorme fortaleza, sobre todo de amor porque nunca abandonó a su esposa Rosinn que era la que no podía casi caminar para bajar. Todos bajaron con congelaciones en ambos pies, las de Rosinn más graves que las de Alí. Se congelaron porque al bajar de la cumbre tuvieron que vivaquear a 7300 metros porque era muy tarde y no se veía la ruta, esa noche fue terrible para ellos.

En este recate y apoyo, se ha demostrado los verdaderos valores del montañismo, gente desinteresada que deja todo por ayudar a los demás, sin moverse de la montaña hasta que los demás puedan alcanzar la seguridad del campo base. El clima y Dios fue un factor fundamental en esta operación ya que, si hubiera habido tormenta, creo que morían muchas personas y ni hablar de que si yo hubiera decidido subir tal vez no estaría ahora contando esta historia, no hubiera podido bajar. Esta es la clave de hacer un montañismo que siempre pueda tomar las decisiones correctas y claro somos humanos y nos equivocamos, pero esta reflexión es para poder medir si vale la pena por una cumbre casi dar la vida y congelarse, creo que no vale la pena. Hay que escuchar las señales del cuerpo y respetarlas para poder disfrutar de las montañas por muchos años.

Ahora quiero finalizar este artículo, criticando con dureza, lo que vivimos después y en particular los cinco alpinistas con congelaciones que tuvieron que esperar más de cinco días para ser evacuados a la ciudad. No sé cómo al final se pudo hacer para que ese helicóptero despegue y nos recoja, pero pasó despues de días de inscertudumbre donde nos decían que no habia ni helicópteros, ni piloto, ni buen tiempo para volar. Por fin el 22 de agosto llegamos a Dushambe todos contando una historia de solidaridad, de amistad, de buen alpinismo entre colegas y sobre todo de vida, ya que nadie murió en la montaña.

Hay dos eventos que sin duda dificultaron el vuelo del helicóptero, la muerte del piloto que nos llevó al campo base. El mismo se estrelló en el glaciar dos días después de dejarnos en campo base, no había más que un solo piloto aparte del que falleció que podía hacer este vuelo. También el conflicto político de Afganistán que afectó a la frontera sur de Tayikistán. Pero como reflexión personal, un congelamiento debe ser atendido a las 48 horas, urgente para poder salvar lo mayor posible y no amputar. Personalmente viví esto en el 2002 y tuve que pasar mas de 24 días esperando el tratamiento adecuado hasta que pude llegar a España gracias al apoyo de mis padres y la querida gente de mi país Ecuador, pero perdí la mitad de ambos pies y esto es para todo mi vida, una secuela irreversible y de gran dificultad para caminar. Yo uso prótesis en ambos pies. Por eso ahora quisiera pedir que en estas hermosas montañas se ponga atención y mucho énfasis en evacuar a pacientes con congelaciones y heridos, de manera inmediata ya que la espera de cinco días en campo base sin las medicinas adecuadas es clave para poder salvar la mayoría de la parte congelada que no es de tercer grado.

Por mi parte estoy muy agradecido con DIOS por esta linda experiencia vivida, dura en todo sentido pero donde salí invicto, en paz en medio de tanto movimiento. Me voy feliz con la cumbre del Pico Lenin de 7134 metros y un intento al Pico Ismael Samani de 7495 metros, además por haber conocido a gente linda en el campo base y haber hecho una bonita amistad, siento que tengo mucha gratitud, ya que he aprendido con el tiempo a decir no y darme la vuelta, que creo para mí y para muchos es lo más difícil en la montaña, ya que muchos de los accidentes y muertes están en esta fina línea, que creo todos los montañistas hemos roto a veces.

Muchas gracias a todos por sus mensajes de apoyo y cariño. Me voy con las ganas de seguir con este lindo proyecto Leopardo de las Nieves 5×7000.

Un abrazo y millón gracias a mis patrocinadores por su cariño apoyo y confianza. Gracias a Saludsa Vituality y a BGR Ecuador

Gracias a todos!

Santiago Quintero

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