Lunes 27 de julio de 2009
El sueño de toda una vida.
Vamos a la cumbre carajo, Ecuador a la cima del K2 sin D2. Seguimos con todo…
Escribo desde el campo base después de saber que tenemos un nuevo chance de intentar la cima, que somos un equipo fuerte y que vienen muchos días de buen tiempo, y que con todos estos factores juntos podemos hacer un último intento para lograr el sueño más difícil de mi vida y que gracias a todos, repito a todos, lo estoy viviendo yo y mi mujer desde el base del k2 y todos ustedes junto a mí, como una historia que quiero que termine con la cima del k2, por todo mi país y por lograr algo que parecía inalcanzable y que de nuevo desde 7800 metros me vino esa ilusión. Esta montaña realmente es inalcanzable cuando quiere y se empeña y aquí les cuento por qué.
Salimos del campo base a 5000 metros. Comenzamos juntos la escalada tres amigos y yo. Los demás nos darían el encuentro en el campamento 4 a 8000 metros.
El día en que salimos era terrible, nevaba y estaba todo gris, pero igual le dimos con toda la fe por que en los días 25 el clima es perfecto para la cima, así lo predijo Gerlinde su parte meteorológico que nunca falla. Al llegar al campo 2 el viento era tan fuerte que nos metimos a la tienda solamente a esperar que dejara de soplar y al día siguiente teníamos que salir al campo 3.
Era 22 de julio y amaneció peor el viento. Era tan fuerte que era imposible salir hacia el campo 3. Esperamos hasta la tarde para ver si es que mejoraba pero nada. Llegó la noche y el viento seguía. Las ráfagas parecían que se llevaban la tienda.
Esperamos a la mañana siguiente y seguía el viento. Llamaba a Claudia constantemente para que me diga qué pasa con el clima, por qué esta así y ella me decía que el informe decía que eran los días de cima, que siga y que tratemos de llegar al campo 3. Hacia el medio día llegaron los demás y se sorprendieron que nosotros seguíamos ahí, así que la decisión fue que si no podíamos subir, debíamos dar media vuelta y bajar al campo base. Salimos para arriba en medio de la tormenta, Martin, Kurban y yo. A las seis de la tarde llegamos al campos 3, congelados de frio pero tan felices por seguir con lo planificado.
Al siguiente día, salimos tarde, a las 11 de la mañana porque nos habían dicho que eran solo cuatro horas al campo 4.
El camino comenzó duro, con nieve profunda, pero Martin con toda la paciencia y fuerza, abrió la huella durante tres horas. Íbamos ganando terreno. A las tres horas tomé la delantera para ayudar a abrir la huella y era un trabajo de verdad loco, de mucho esfuerzo, hundirse hasta casi la cintura, levantar el otro pie y lograr avanzar unos centímetros para otra vez hacer lo mismo y recién avanzar unos pasos, resoplar como locomotora y esperar a que el corazón descanse. Qué suplicio esta tarea de abrir huella, a la hora estaba agotado, muy agotado, pero quería seguir para arriba. Cuando llegamos al lugar en el que unos bloques gigantes de hielo y una enorme grieta nos cerraba el paso, nos preguntamos por dónde seguir y para donde será la ruta. Llamamos al campo 3, a Jorge, quien nos dijo que es para la derecha y que sigamos pero la visibilidad era nula, la ventisca soplaba y la incertidumbre de seguir era grande. Martin decidió que se devolvía. Yo seguí con Kurban un poco más, pero me enterraba cada vez más, hasta la cintura en la nieve fresca de las laderas del k2, la situación era dramática a 200 metros de llegar al campo 4, de no saber por dónde es la ruta y ya era las seis de la tarde e íbamos caminando 7 horas, así que para abajo, la mejor decisión.
Regresé al campo 3. Me puse en contacto con Claudia quien me dijo que Ralph, gran amigo y ser humano a quien quiero mucho y es esposo de Gerlinde Kantemburne, y desde el campo base está ayudando a que su mujer llegue a la cumbre del K2, me dijo a través de Claudia que haga el intento de subir con todo el grupo si es que me sentía fuerte. Lo pensé, lo pensé y a las 11 de la noche me comencé a vestir por si acaso.
Me sentía mejor, estaba cansado pero lo pensaba mientras me ponía las botas. En pocos minutos estaba vestido y las cantimploras llenas con dos litros de agua. Oré a Dios y le dije que me diera las fuerzas para regresar si es que estaba muy cansado. En ese momento decidí subir. Era el momento esperado en toda mi vida, estaba a 7300 m y 24 horas de buen tiempo para lograr subir y bajar de la cima, además estábamos ocho escaladores, todos con mucha experiencia.
Salimos por las huellas del día anterior, subíamos como trenes de alta velocidad resoplando todos juntos. A las tres horas, llegamos a 7800 metros, en el mismo lugar del día anterior, pero de nuevo el mismo problema, la nieve blanda hecha azúcar, nos hundíamos hasta la cintura, luego hasta el pecho. Luego de una hora todos paramos y comenzamos a discutir si íbamos para arriba o para abajo. Gerfried, mi colega y líder de la expedición, comenzó a cavar una zanja con el piolet y a avanzar dos metros cada 15 minutos. Era desesperante pero él seguía firme, atrás Luis y yo, luego y Jorge y Martin, hasta que llegamos a una pendiente muy parada y una enorme grieta nos cerraba el paso. Imposible cruzar. Nos bajamos de este lugar peligrosísimo. En estos momentos la cima del K2 se escapaba de nuestras manos, a 800 metros de distancia y éramos los seres humanos más indefensos del mundo ese momento.
La bajada más triste de mi vida. Llegué agotado, después de seis días en la altura y sin la cima. Al llegar Claudia me esperaba con un litro de jugo. Nos vimos, nos abrazamos y comenzamos a llorar desconsoladamente, ambos sentíamos que el sueño del K2 se había acabado…
Hoy, les escribo con una nueva motivación. Hemos hablado entre todos y hemos decidido quedarnos unos días más para hacer un nuevo intento.
El proyecto K2 sin D2 no se ha acabo aún. Seguimos en la lucha. Si Dios quiere una nueva ventana de buen tiempo vendrá en tres días y volveremos a subir.
Espero ésta vez contarles que logramos la cima tan anhelada para mi país y para mí.
Gracias por todo su apoyo, por sus cartas, por su ánimo. Gracias al Ministerio de Turismo y a la marca Ecuador, La vida en estado puro que la llevo siempre conmigo, promocionando mi país. Les quiero mucho.