Viernes 7 de agosto de 2009
Siempre soñé en estar en esa rampa final, el domo final del K2, escalando esos últimos metros junto a amigos, feliz y llorando porque la cima era un hecho. El sueño de toda mi vida ahora iba a vivirlo. Salimos del campo 3 a las 9h00 hacia el campo 4, 7900 metros de altura. El grupo era de 15 personas. Entre el chasquido de los grampones y el sonido del piolet clavándose en la nieve íbamos avanzando metro a metro dejándome llevar por el silencio de la altura y todo un cúmulo de pensamientos de cómo se vería esa parte final desde el campo 4, llamado el “hombro”, sitio donde se han tejido tantas tragedias como alegrías.
Llegamos a los 7800 exactamente al mismo lugar donde llegué la vez anterior en el primer intento, mis anteriores compañeros españoles que ya no estaban con nosotros, decían que la ruta para el hombro era por la derecha atrás de unos enormes bloques de hielo y que desde esas rampas nevadas se llegaba al hombro. Sin embargo, la ruta era directa, así lo hicimos, por una enorme rampa nevada y que para comenzar a escalar había que cruzar la enorme grieta llamada arrimaya. Luego llegamos al famoso hombro del K2 con una alegría infinita. Entre llantos abrazaba a un colega estadounidense. Al llegar aquí te topas frente a frente con los 700 últimos metros del K2, los más bellos, espectaculares y enormemente gigantescos.
Todo lo que había leído sobre esta montaña ahora estaba frente a mí, la montaña sobre la montaña, el espacio infinito que sobrecoge el alma de solo verlo. Enfrente mío estaba el famoso cuello de botella y el enorme serac colgante, la travesía temida de hielo casi vertical y las rampas finales, la aleta de tiburón, todos estos lugares que ahora iban a pertenecer para siempre en mi alma, formando parte de mi.
Después de una noche horrorosa a 7900 metros debido al intenso frio que sentía en los pies y de no haber dormido nada absolutamente, tuve que salir a la 1 de la mañana.
Luego de prepararme y calentar mis pies salí. Las lucecitas de los escaladores se veían en fila, todos en medio de una hermosa pero helada noche, era la noche de la cima, el día de la cima estaba escrito, así se sentía en el ambiente.Avanzábamos lentamente por el hombro del K2 hasta que llegamos a la base del famoso cuello de botella, una escalada en roca y hielo vertical que termina debajo de un enorme serac colgante que solo de verlo da terror que se desprenda un pedazo, pues este hecho ya ha matado a algunos escaladores en el 2008 y estar ahí es un poco loco. Para escalar el cuelo de botella y cruzar el balcón llamado la travesía, tuvimos que poner 200 metros de cuerda como mínimo porque este año nevó mucho y esto se acumuló mucho en las montañas y sobre todo en el K2.
Hasta llegar al final del cuello de botella nos dieron las 9 de la mañana, estábamos a tiempo y con mucha paz y felicidad pero un poco nerviosos por el serac. En ese momento sonó algo, un estruendoso ruido, era el serac del cual cayó un gran pedazo de hielo. Por suerte a nadie lo golpeo pero con ese susto algunos empezaron a bajar. Luego, mi compañero Louis que es un excelente escalador de cascadas de hielo, tomó la delantera, yo lo aseguraba y con 5 tornillos de hielo y 50 metros de cuerda comenzó este nuevo y último obstáculo en esta enorme y dificilísima montaña llamada el K2. Después de hacer la travesía, prácticamente todo estaba resuelto, todo lo difícil lo habíamos pasado, el K2 era nuestro, ahora solo había que subir caminando hasta la cima.
Finalmente comenzamos a cruzar por la cuerda fija y llegando al final de la travesía una nueva sorpresa nos esperaba. Había mucha nieve, que nos cubría hasta la cintura. Entonces los compañeros rusos que eran tres, tomaron la delantera, tuvieron que sacar unos 50 metros de cuerda que alguien llevaba en la mochila y esperar a que uno de ellos suba para abrir la huella y fije la cuerda. Todos veíamos el reloj. Increíble, ya eran las 13h00, en una hora sólo se habían avanzado 20 metros. Ese momento nos dimos cuenta que las esperanzas se iban acabando para todos en el K2. Gerlinde (una gran escaladora) tomó la delantera en esta desesperante situación, con nieve hasta la cintura. En ocasiones hasta el pecho. Entendíamos que estábamos quemando los últimos cartuchos. La ruta era por esa rampa nevada y enorme que subía hasta la cima y estábamos a 8367 metros de altura, el GPS lo confirmaba. En esos momentos, ella con sus dos piolets técnicos y con una determinación que jamás había visto en nadie, decidida a todo por avanzar en ese mar de nieve inestable, comenzó a cavar una zanja en la nieve para avanzar, después de 5 metros me miró y me dijo: te toca Santiago, y por supuesto yo hice mis 5 metros más, después otro compañero 5 metros más, y en ese momento nos gritaron los rusos que eran las tres de la tarde, que estábamos en el límite de tiempo y que con tanta nieve no se podría llegar más alto, además corríamos el riesgo de una avalancha.
Estábamos a casi 8400 metros, ya no había posibilidades de este año de hacer cumbre. Nos miramos todos y sin decir nada, comenzamos a bajar…
Al regreso dormí en el campo 4 nuevamente y al otro día bajé hasta el campo base. Llegué a las 8 de la noche, después de 12 horas.
Agradezco a la vida por haberme regalado este hermoso momento en esta hermosa montaña. ¿Qué puedo hacer ahora? Sólo aceptar que no se puedo llegar a la cima y con toda humildad me di la vuelta a esa altura tan significativa para mí, porque haber llegado a los 8400 m en el K2, con este invierno, me costó mucho trabajo. Entender que no puedes físicamente subir más y la montaña te dice hasta aquí debes llegar, tiene mucho significado porque este sueño se vuelve más especial, porque ahora, el K2 tiene otros significados y volveré para intentarlo, no, mejor dicho, para llegar a su cima, a 8611 metros.
Gracias por todos sus mensajes de ánimo, de cariño y por sus oraciones que ayudaron a que nadie sufra ningún accidente en esta montaña.
He tenido una de las mejores experiencias de mi vida. Estoy con el alma llena. Al llegar a Quito espero encontrar el momento para contarles a todos con fotos y videos esta experiencia.