Fe y Amor

Les escribo  desde el campo base, después de un largo día de descenso desde el campo 2. El día 26 de septiembre salimos rumbo al campo 1, a 5800 metros después de hacer 48 horas de luto por los 15 caídos en la avalancha que barrió el campo 3. Dentro de mi corazón había muchos sentimientos encontrados por la tragedia vivida el día 23, ya que la sola idea de haber podido estar ahí, me producía pánico. Ese día estábamos durmiendo y me desperté a las 3:30 de la madrugada, con una sensación de angustia  y a las 4:30 sonó el típico estruendo de avalancha, pero no era el típico sonido, era lejano y largo, muy largo, Les escribo  desde el campo base, después de un largo día de descenso desde el campo 2.

El día 26 de septiembre salimos rumbo al campo 1, a 5800 metros después de hacer 48 horas de luto por los 15 caídos en la avalancha que barrió el campo 3.

Dentro de mi corazón había muchos sentimientos encontrados por la tragedia vivida el día 23, ya que la sola idea de haber podido estar ahí, me producía pánico. Ese día estábamos durmiendo y me desperté a las 3:30 de la madrugada, con una sensación de angustia  y a las 4:30 sonó el típico estruendo de avalancha, pero no era el típico sonido, era lejano y largo, muy largo, me dormí con esa sensación en el estómago.  A las 6h00 escuché muchas voces y mucho movimiento en el campo base, supe que esa avalancha había causado un accidente pero lo que no sabía, es cuán grave este había sido .

Cuando Silvio Mondinelli  (Ñaro),  nos contó lo vivido allá arriba, fue una historia de las que se ven al estilo  solo de Hollywood,  imposible poder sobrevivir de algo así. Cuando vi la expresión en sus ojos, supe que el espíritu de sobrevivencia está en este escalador italiano, tan vivo como la montaña misma. No todos tienen este espíritu. Salimos hacia el campo 1, por un largo glaciar lleno de grietas, visibles y abiertas. La primera sensación de estar de nuevo de expedición es hermosa, emocionante y ha veces extraña, por las dimensiones de estas montañas que parecen tan imposibles para lo humanamente posible.

Llegué después de tres largas horas al campo 1.  Frente a mi había dos enormes seracs  (bloques de hielo) que colgaban amenazantes y para subir al campo 2 había que pasar por debajo de estos,  jugándose la vida, y donde tantos han dejado su vida por escalar esta montaña. Mi decisión ese momento, fue no tomar tal riesgo y regresar a casa. No valía la pena más muertes en esta montaña y mis recuerdos del Annapurna se hicieron presentes.

La prueba de FE estaba planteada. Debía tener Fe  inquebrantable para cruzar por este lugar. Pasamos la primera noche en campo 1 junto a  Hernán Wilke y Victor Correa.  Toda la noche a la espera de ese peculiar sonido de avalanchas y pensando que cualquier momento el serac de la derecha podía barrer nuestro campo. Me acordé lo que significa Manaslu, y quiere decir Mente, así que todo lo que mi mente piense y el corazón sienta  se puede crear,  así que mejor a dormir, combatir el frío y dejar de pensar. La segunda noche en el campo 1 fue más amigable aunque para mi cabeza no tanto, por los dolores típicos de la aclimatación. Lo mejor de todo es que  el miedo fue desapareciendo y transformándolo en Fe: nada temeré y Dios esta conmigo.

Salimos y al iniciar la ascensión, los peligros no se veían tan terribles como desde el campo 1, y al cruzar la travesía con la ayuda divina, me dio mucha alegría. Tres horas más tarde ya estaba en campo 2, a 6300 metros. Al llegar me puse a filmar el espectacular paisaje que me brindaba los Himalayas,  tomar fotos, y esperar a mis dos compañeros.

Cuando Víctor llegó al campo 2, llegó agotado y confusamente agresivo, se puso a  pelear conmigo por una tontería.  Después de esto, una vez llegó Hernán y el ambiente se distensionó, nos dimos cuenta que Víctor tenía principios de edema cerebral.  Y para mí en ese momento,  vino la prueba de amor: debía bajar al campo base inmediatamente, acompañando  a quien me había agredido físicamente unos momentos antes sin yo haberle dado motivo alguno. Coordinamos  con Hernán todo rápidamente y gracias a Dios, Víctor podía  caminar. Nosotros sólo íbamos vigilándolo en caso de que empeorase.

Con la coordinación de Claudia por radio desde el campo base, pudimos mandar ayuda al campo 1 y contar con oxígeno en caso de necesitarlo. Menos mal no tuvimos que usarlo. Gracias a Claudia por su gran ayuda y tranquilidad y su paciencia en el campo base, su gran amor, es de muchas bendiciones. Llegamos al campo 1 y hora y media después, al campo base. El Doctor Nima, especialista en enfermedades de altura, y que se encuentra acá con unos clientes, vino a chequearlo y nos confirmó del principio de Edema Cerebral, le medicaron Dexametazona y nos dijo que la decisión de bajar fue la más correcta.

Hoy día descansamos y hablamos bastante sobre lo ocurrido. Ahora, sólo estamos Hernán y yo. Los planes son: mañana 29 subir al campo 2 directamente, pasar una noche ahí, el 30 subir lo que más podamos y volver a bajar el mismo día al campo 2 y pasar otra noche más y el 1 de octubre bajar al campo base. Con esto  terminaríamos el proceso de adaptación a la altura y preparar el ataque a la cima si el tiempo lo permite. Ya les estaremos contando cómo nos va.

Todo esto ha sido una enorme vivencia, profunda, rara, intensa para tan poco tiempo. He aprendido grandes lecciones. Lo bueno es que me siento más tranquilo y Hernán también. Así que vamos con toda la mejor predisposición que podamos tener. Estoy contento de volver a escalar mañana. Es lo que me gusta. Es lo que amo hacer. Gracias a la vida por permitirme hacer esto aunque los aprendizajes sean tan fuertes e intensos.

Un abrazo a todos y gracias por leernos y por su apoyo. Les queremos mucho.

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