Estimados amigos
En el transcurso de estos siete días, desde la ultima vez que escribimos, realmente han pasado muchas cosas, es bastante difícil escribirlas todas, pero lo que les puedo contar es que hemos tenido que enfrentar muchas situaciones, como por ejemplo la espera que desespera por el buen clima, a pesar que el reporte meteorológico decía días de sol, son sólo horas en las que hemos tenido la presencia de taita sol, luego nubes y nieve. Esto nos deja sin saber exactamente qué pasará. En el último reporte que fue hace tres días, dice que hasta el 11 habrá mucho viento en la montaña, no se puede subir, y que del 12 al 16 bajará pero que habrá sol y nubes y que el día 15 puede ser que sea un buen día para ir a la cumbre. ¿Qué les puedo decir? Llegará el día y veremos. Por lo pronto, Santiago aún sigue animado a pesar de que hace tres días atrás, fueron hasta el campo 1 y ya no había ruta antigua. Tuvieron que abrirla de nuevo, lo cual les tomó 6 horas. Cuando ellos fueron en la aclimatación, les tomó 6 horas llegar hasta el campo 2, y ahora la misma cantidad de horas sólo hasta el 1. Eso hizo que se desmotiven un poco, aunque el camino ya quedó abierto. Al siguiente día, dos personas intentaron llegar al campo 2 pero no fue posible porque había caído un serac (bloque de hielo) en una grieta y la hizo más grande impidiendo el paso tal como estaba antes. Ahora la montaña está diferente a como estaba los días 29 y 30 de septiembre, cambió, por lo menos hasta el campo 2 de lo que sabemos.
Ayer Santiago organizó una reunión con los cuatro grupos que están en campo base esperando igual que nosotros, y les propuso trabajar en equipo. La gente aceptó y mañana un grupo de siete personas intentarán abrir el camino, una nueva ruta hasta el campo 2. Si esto se logra la esperanza volverá a todos. Así que ya les estaremos contando más adelante qué pasará. Esto parece una serie de televisión en la cual te dejan siempre con la incógnita de qué pasará en el siguiente capítulo. Y la verdad, a mí y a Santiago, nos ha parecido que desde que salimos de Katmandú estamos como en un reality show, pues las experiencias vividas han sido todas fuera de cualquier programación que tuviéramos. Como si la vida nos estuviera invitando (o presionando, diría yo) a cada momento a enfrentar situaciones para ver cómo reaccionamos y si pasamos la lección o no. Y bueno, de esto se trata estas expediciones, del crecimiento, de lo vivido, de las lecciones, de las enseñanzas. Hemos necesitado muchos años para entender que el éxito radica en esto, del camino y del cambio para bien. Nos han hecho creer desde niños a los humanos, que el éxito son los logros económicos, los títulos, la fama, la belleza, las medallas y en este caso, las cumbres.
Yo conozco muy bien a Santiago, y sé que él seguirá poniendo todo su corazón en lograr su cumbre, pero ya desde otra perspectiva. El lo hace por amor a la montaña, por amor a sí mismo, por amor a la vida, por agradecimiento a Dios, por agradecimiento a la gente. Lo hace motivado desde su corazón y no desde su ego. Ahora es así. Tal vez hace muchos años era distinto, pero la alquimia se realizó. Y ahora, su misión está más clara que nunca: siempre llevar un mensaje de motivación y de amor a la gente. Devolver, de cierta forma, lo que la vida le ha regalado.
Yo por mi lado, sigo enfrentado mis monstruos internos. He tenido días fáciles, otros muy difíciles donde no puedo contener mi llanto, donde la desesperanza y el miedo se han apoderado de mí, la angustia y la ira han tenido también su momento. Lo bueno de todo, es que ya sé cómo enfrentarlas, a solas, entre mis emociones y yo y mi poder superior. Ahí vamos, liberando, creciendo. Después de estos momentos viene una fuerza muy intensa que me levanta, me saca de mi lodo y me muestra nuevamente el camino. Acá en el campo base el único camino que debo recorrer es el interno, no hay de otra. Podría hacer como muchas otras personas, hacerme la loca, como si fueran solo cosas del azar, cosas externas que no tiene nada que ver conmigo. Pero ya sé que no es así. Y prefiero aprovechar cada momento para ver, para tomar conciencia y crecer. Suena fácil, no lo ha sido. Creo que nadie que no haya venido a los Himalayas tiene idea de qué se trata. Aquí es más difícil ponerte las mascaras que usamos en la ciudad, acá no hay cómo, tarde o temprano, la montaña hace que te las quites.
He logrado ver en el rostro de los demás muchas cosas, desde amor hasta envidias y no es fácil, y peor sabiendo que en el rostro de los demás, reconozco el mío.
Ahora estoy en la luz, por eso me animé a escribir, lo necesitaba. Y elevo una oración a través de este diario para que nos permita (lo digo en plural porque mi corazón siempre está con Santiago) subir a la cumbre del Manaslú en los próximos días y bajar sanos y salvos.