Estimados amigos

He llegado a mi cumbre:   regresar sanos y salvos, aunque no llegué a los 8163 m. “La vida está abajo, al regreso de un ocho mil” decía un proverbio montañero, y estamos ahora en Katmandú escribiendo el informe final de la expedición al Manaslu con todo lo ocurrido en los últimos días.  El 1 de octubre que bajábamos del C2, a 6270 metros terminando nuestro proceso de aclimatación directo hasta el campo base a 4800 metros,  nos cruzamos con Víctor Correa, el chico colombiano con el cual compartíamos  el campo base, al cual conocí acá y que días atrás habíamos subido hasta el campo 2 juntos y a él le dio un principio de edema cerebral, esto lo conté en diarios pasados.  En este punto  tengo que aclarar que él vino solo, no era parte de nuestro grupo de 2 escaladores y un Sherpa como expedición para intentar la cima.

Víctor tenía orden médica de no subir a intentar la cima después del principio de Edema Cerebral que le dio en el C2 y por esta razón bajamos  juntos al campo base el 27 de septiembre,  ayudándolo con Hernán Wilke (mi compañero argentino que sí era parte de la expedición al Manaslu como equipo de escalada, hasta la cumbre) La agencia Thamserku Trekking  nos unió como grupo para compartir costos de campo base, y logística en el campo base, Víctor desde un momento no estaba incluido en el plan de ataque a cima ni aclimatación.

El 1 ero de octubre, mi compañero de expedición Hernán (el cual si era amigo de Víctor Correa  y de hecho sé que vivían en Suesca ambos), le pidió a Víctor que no suba, al igual que el doctor Migma Sherpa, quien lo medicó en el campo base con Dexametazona y le dijo que su vida corría riesgo si volvía a subir. Supe también que muchas personas más le dijeron que no suba., incluso mi esposa, que estaba en campo base. Lamentablemente, Víctor por su propia decisión subió al campo 1 a 5800 metros, con planes de subir al C2 para aclimatar. Digo lamentablemente porque nunca más volvimos a saber nada de él.

El  3 y 4 de octubre recibimos la noticia de que él estaba bien en el C2, así le dijeron a Hernán unos montañistas brasileros que bajaban de su intento de cumbre el 4 de Octubre. Se suponía que  el 4 en la tarde él bajaría pero no bajó. Ese día el clima se puso muy malo, la montaña se cerró totalmente.  Decidimos salir con Hernán  el 6 de octubre a  buscarlo en el campo 1.

Abrimos toda la ruta hasta muy cerca del campo 1 a 100 metros de distancia de llegar al C1. Cortamos una placa de nieve y se produjo una avalancha pequeña de placa y luego de esto decidimos volver al campo base ya que las condiciones de la montaña estaban muy riesgosas.

Esa misma noche, viendo la angustia de mi compañero Hernán, organizamos una búsqueda hasta el C2, conseguimos y pagamos a dos Sherpas del equipo de “Seven Summits” quienes eran los únicos que estaban en la montaña trabajando en ese momento. Los Sherpas no pudieron pasar una gran grieta que se abrió más de lo que estaba antes camino al campo 2 y abandonaron la misión a 5850 metros.

El 8 de octubre la familia de Víctor contrató un helicóptero en el que volaron el Sherpa Tendi y Hernán para buscar en el C2 y C3 y tratar de aterrizar para buscar dentro de las carpas, pero no fue posible aterrizar porque la nieve se había acumulado y era muy profunda y la visibilidad era nula al momento de tratar de aterrizar. Durante el sobrevuelo no vieron nada, ningún rastro. En ese momento, la familia de Víctor desde Colombia, por medio de un amigo que tenía contacto con Hernán siempre, decidieron ya no buscar más y le pidieron a Hernán que dejemos  la búsqueda, nos dieron las gracias. Las energías se habían volcado totalmente en pensar en este chico, en qué le pasaría y en qué podríamos hacer. La cumbre había pasado a un segundo plano. Luego de esto, volví a enfocarme en el ascenso hacia la cumbre. No fue nada fácil, sabiendo que había otra persona más que se había marchado de este mundo a través de esta montaña.

El 9 de octubre logré conseguir  una escalera  para poder cruzar la grieta entre el C1 y C2 que se había abierto demasiado para poder saltarla a pie. Así que ese mismo día  organicé una reunión con los otros 3 grupos, quienes intentarían la cima el 15 o 16, al igual que yo y Hernán para poder  abrir entre varios el camino hasta el campo 2. Al siguiente día, un grupo de franceses desistió en la idea de subir. Y esa misma noche Hernán me dijo que él tampoco quería subir.

Los otros dos grupos conformados por iraníes y polacos, salieron el 11 al campo 1. Yo seguía en mi idea de subir a la cumbre. Alisté todo, y seguía pensando y orando a mi Dios por guía, le pedía que me muestre señales para hacer lo más correcto. Tenía la idea de subir al siguiente día directo al campo 2.

El 11 de octubre en la noche recibí un mensaje a mi teléfono satelital por parte del meteorólogo previniéndome de qué era prácticamente imposible llegar a la cumbre porque el clima no mejoraría, se puso peor, los vientos iban a ser muy fuertes y que nevaría todas las tardes. Las condiciones estaban de nuevo para un riesgo de avalancha. Ese mismo momento, dando gracias a Dios por su protección, decidí no subir más y dar por terminada la expedición.

Llegó el 12 de octubre y los dos grupos que estaban en C1, intentaron subir al campo 2 pero cerca de este, se abrió otra gigantesca grieta, donde se necesitaba poner tres escaleras juntas para poder cruzar, y como no las tenían, hasta allí les llegó el intento de subir a la cima. Esta expedición al Manaslu se ha llevado a 16 personas. Muy triste. Hubo como 40 personas que lograron el 29 de septiembre llegar a la cima y otros más el 30.   Solo esos dos días se logró subir a lo más alto de esta hermosa montaña, y nosotros recién esos días estábamos terminando el proceso de aclimatación en el C2 y el C3.  La ventana de buen tiempo fue el 30 de septiembre y después de este día,  no se abrió una nueva ventana para  intentar la cima.

Así es la montaña. Me ha dejado un profundo crecimiento, experiencias fuertes y un poco de sin sabor en el alma. Aún así acepto la decisión de la montaña y la mía, que siento fue la más correcta. Después de procesar todo lo vivido he tenido alientos para escribir y poder contar lo sucedido. A veces se gana, a veces se pierde. Así es la vida, así es mi deporte, el montañismo. Pero más vale una buena decisión tomada a tiempo y poder  seguir recorriendo este camino fascinante.

Al volver a Katmandú, recibí la lamentable noticia de que mi abuelita Luchita falleció el 17 de septiembre, justo cuando estábamos  haciendo la aproximación al campo base.  Nadie me dijo nada porque me conocen y me hubiera regresado a Ecuador para despedirla. Ahora ya es tarde, pero mi homenaje para mi abuelita es prometerle que en el 2013 la cima del Himalaya que logre es para ella. Te amo Luchita, fuiste como una madre para mí.

Ahora, ya dejando el pasado a un lado, empiezo a soñar nuevamente. Preparo maletas de regreso al Ecuador pero a la vez preparo algunas que se quedarán acá para mi siguiente reto. Hay bastante por recorrer y las fuerzas han vuelto a mí. Tengo la certeza que cada experiencia es un gran aprendizaje, un gran cambio, un gran momento. Por eso sigo en el camino de los sueños, para que se hagan realidad. Animo amigos, vamos siempre adelante.

Agradezco de corazón sus mensajes, su apoyo. Sigan sus sueños que nada es imposible y el camino de tratar de llegar a ellos es increíble. Lo sé por experiencia propia. Un abrazo para todos y un saludo enorme a mi bello país Ecuador y su gente linda, la cual extraño.

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