Octubre 8 de 2015 / Manaslu 8163 metros sin oxígeno
Hoy amigos queridos, les escribo desde Katmandú, capital de Nepal donde nos encontramos junto a mi esposa Claudia. Hemos vivido un sin número de experiencias en esta expedición de las cuales las enseñanzas son un regalo y una oportunidad para seguir avanzando en nuestras vidas, en busca de ese crecimiento personal que nos enriquece como seres humanos.
Desde la última noticia que escribimos, les contábamos que logramos la cima. Me parece increíble poder compartir esto con ustedes, este regalo de la vida porque a veces me preguntaba si el entrenamiento sería suficiente, si todo lo que habíamos aclimatado me daría para intentar la cima sin utilizar oxígeno y lo maravilloso de la vida es que estas respuestas que nunca las sabemos en esos momentos, solamente llegan con la fe, en el momento preciso. Y es ahí, donde puedes darte cuenta que todo el esfuerzo que le pusiste siempre se multiplica.
Terminado el proceso de adaptación a la altura, que apenas fueron cinco noches, tres a 5800 m y dos a 6300 m, bajamos al campo base. Especulaciones venía y se iban y el clima jugaba con nuestras emociones constantemente, se reía de nuestros planes y todo.
El primer equipo de otra agencia con muchos sherpas y millones en el bolsillo, se lanza por la cima para apuntar el día 26, pero el 25 no pueden alcanzar el campo 4 a 7450 metros. Esperamos las noticias atentos e impacientes, ese día salimos junto a Claudia a dar un paseo y uno de sus miembros que bajaba del intento, nos comunica que están desmontándolo todo, me sorprendo y reclamándole esa información, se hace el oídos sordos y se marcha.
Las caras de frustración y de enojo de impotencia de todo el grupo que baja son evidentes. Si tuviéramos un medidor sería como tener una bomba a punto de explotar, mejor ni ver, ni decir nada.
Regresamos de nuestro paseo y Dawa, quien es el que dirige el equipo de los sherpas de nuestra agencia, nos informa que todos vamos a intentar llegar al campo 4 en los próximos días.
El 27 amanece muy ventoso. Se ve el viento que sopla con fuerza, parece salirse de nuestras manos todo esto, sin embargo emprendemos el ascenso al campo 1. El día 28 también sopla y muy fuerte pero nosotros tenemos que seguir ascendiendo al campo 3. Después de un agotador esfuerzo llegamos junto a Mingma al campo 3 a 6900 metros, dormimos con la idea del 29 alcanzar junto al equipo que fijará la parte alta hasta el campo 4.
Salimos de mañana en un día envidiable que saca toda sonrisa de nuestra alma. Un silencio que rompe el cielo y estalla en nuestros corazones para permitirnos soñar con ese momento de ver el C4 a 7450 metros y soñar con estar a 700 metros de desnivel en la cima del Manaslu 8163 metros.
Después de cuerdas, jumars, hielo, rampas de nieve, placas de viento, peligros de avalanchas, hielo azul y un montón de esfuerzo, a las dos de la tarde alcanzamos la última recta que nos lleva al C4, veo las tiendas amarillas y mi emoción es grande, he llegado a un gran peldaño en esta escalera de sueños que son los ocho miles. Me meto a la tienda y comienzo a hacer mis tareas: beber, beber y beber agua, no creerán que es trago, es agüita no más para poder estar hidratado y soportar tantas horas a esta altura.
También cambio de medias, me seco los pies, empaco las cosas de la mochila para la cima y organizo todo dentro ya que somos tres los que dormimos en una tienda. Mi problema es la almohada, siempre que duermo en altura necesito tener almohada por lo que cuando no encuentro algo que me ayude, no puedo dormir y las noches se convierten en una pesadilla.
Al final pude hacer una especie de almohada de cuerda, arnés y algo de ropa, pero no es suficiente así que la noche es un martirio.
A las 12:30 de la noche suena el despertador y no hay como darse el chance de quedarse en la cama, hay que ponerse en marcha, calentar las prótesis para poder meter el pie, beber y tratar de comer algo. Mi amigo sherpa Mingma desayuna nudels (spaguetiss) lo que me produce un enorme asco y nauseas a esa altura, lucho por no vomitar y logro meterme algo de avena al estómago, un té y listo.
A las 2 am estamos fuera de la tienda, mirando hacia la cima, todo es helado y los que llevan oxígeno producen una especie de envidia, ya que su sufrimiento no se puede comparar con el nuestro. Ellos están calientitos y respirando muy bien, nosotros estamos cansados y muertos de frio.
Salimos a las 2:30 am, caminando despacio. Los que marcan el ritmo siempre son los oxigenados, así que a seguir su paso. Uno, dos, tres, cuatro y así hasta 200 pasos, a esta altura, la primera media hora se convierte en mi tortura, mi pie izquierdo se comienza a congelar y parece que deja de moverse dentro de la bota, esto me atormenta mentalmente y comienzo a luchar por no sentir esta sensación, pero es imposible cambio el plan y inicio una especie de rezo y pedido a Dios para que me ayude, tengo mucho frio y también miedo.
A la hora de esto, llega la ayuda y se me va este tormento. Sigo hacia arriba y no sé dónde estoy en toda esta inmensidad, pero sé que falta mucho para la cima.
Amanece y son cinco personas las que me adelantan 50 metros: el Dr. Dan, quien me ayudo con mi pie herido en el campo base, ahora está arriba, pero delante de todos va NURBU sherpa una especia de super Sherpa que está fijando y abriendo la huella para el grupo, el lo hace a su manera solo y con oxígeno, pero a pesar de que va con oxígeno él es un tractor.
Estamos a 8000 metros y mis pulmones se sienten bien y puedo dar 20 pasos cada pausa, es increíble estar tan bien a esta altura, gracias mi Dios.
Ahora esperamos sentados, los últimos 163 metros para la cima, la que es muy difícil de alcanzar porque la nieve ni está bien y es una arista muy peligrosa.
Necesitamos de la cuerda para alcanzar la cima, así que hay que ponerla, esperamos y esperamos y nos indican que ya está colocada, pero no en la parte más importante, la CIMA. No hay más cuerda así que la gente se resigna y algunos se dan la vuelta sin llegar a lo más alto, les parece que está bien haber llegado hasta ahí, pero mi interior se retuerce, no es suficiente para mí, la cima la veo y esta a 50 metros. Estos momentos fueron de tensión ya que había un grupo que se quedó estático sin hacer nada, Nurbo esperaba 10 metros de cuerda para llegar a la cima y mi persona estaba buscando la cuerda.
No había más solución más que soltar el lado de la esquina, donde el grupo esperaba, pero no hacía nada a pesar de todos mis pedidos. A la final se logró solucionar y comencé a subir tras Nurbo eso últimos metros que estarán en mi memoria para siempre, la cima es bonita, como un helado y tanta luz se marca para siempre en las retinas, el horizonte lleno de montañas y pensar en los seres queridos. Estuve en la cima el 30 de septiembre de 2015 a las 10h30.
La hora de las fotos llega, no hay mucho tiempo, el turno es de otro, solo dos podemos estar en la cima, me gritan para que baje y llega mi turno de bajar de este altar. Gracias Manaslu por tu regalo, por tu cumbre, por tu bendición, te amo.
Gracias universo por su generosidad, gracias amor por estar en estos momentos tan importantes junto a mí, te amo.
Gracias patrocinadores Chevrolet, Salud S.A., General Tire, Ministerio de Deportes y colaboradores Supermaxi, Adidas, Cóndor, Romp, Kamex y Motorsport, les quiero un montón a todos.
Salí en busca de mis sueños y me encontré que solo podía dejar ir mi ego para cumplirlos así emprendí este descenso al campo base, solamente libre comprendí que el amor es la única herramienta que puede vencerlo y lograrlo todo.
El 1 de octubre llego al campo base y me encuentro con Claudia después de estar cinco días separados pero más unidos que nunca.
Namaste!